Introducción
Antonio y Clara llevaban doce años de matrimonio. Una vida tranquila, dos hijos, una casa en las afueras, y una rutina marcada por las ausencias de Antonio, camionero de ruta larga. Hasta que un pequeño gesto encendió una gran duda.
Durante una de esas semanas solo, Clara permitió que Lucas, un amigo de ambos, se quedara a dormir tras una larga conversación. Nada pasó, según ella. Pero Antonio no podía dejar de pensar que algo más había ocurrido. La duda se instaló como una grieta en la confianza.
Primera toma de contacto con el caso: una entrevista
Decidieron acudir a mí para realizar una prueba de polígrafo. Primero entrevisté a Antonio, quien, aunque visiblemente dolido, insistía en que solo quería conocer la verdad. Luego hablé con Clara: se mostró tranquila, segura de sí misma, y aceptó someterse a la prueba sin titubeos. Para ambos, este paso era decisivo.
Esta primera toma de contacto permite valorar la disposición de cada parte, el contexto emocional, y descartar que haya presiones externas o manipulación previa.
Diseño del cuestionario: claves y control
Una vez comprendido el trasfondo emocional, procedí a diseñar el conjunto de preguntas que formarían el test. El protocolo exige alternar preguntas clave con preguntas de control, con el objetivo de establecer una línea base emocional y detectar variaciones fisiológicas asociadas a la verdad o la mentira.
Preguntas de control
- ¿Has mentido alguna vez a tu pareja en el pasado?
- ¿Alguna vez has tenido pensamientos románticos por alguien fuera de tu relación?
- ¿Has ocultado algo importante a Antonio?
- ¿Estás completamente seguro/a de que nunca has sido infiel?
Estas preguntas sirven para medir la reactividad emocional en situaciones incómodas, y compararla con las reacciones a las preguntas clave.
Preguntas clave
- ¿Ocurrió algún tipo de contacto físico inapropiado entre tú y Lucas?
- ¿Hubo alguna insinuación romántica o sexual entre ambos?
- ¿Te sientes culpable por algo relacionado con la noche en que Lucas durmió en tu casa?
- ¿Le ocultaste a Antonio algo que pasó ese día?
Cada pregunta se formula de diferentes maneras en distintas rondas para asegurar coherencia en las respuestas fisiológicas.
Instalación del polígrafo y calibración
Clara fue la primera en someterse a la prueba. Se le colocaron sensores en el torso para registrar su respiración, una banda de presión arterial en el brazo y electrodos en los dedos para medir la respuesta galvánica de la piel. Todo esto permite observar en tiempo real cómo responde su cuerpo a cada estímulo verbal.
Antes de iniciar el test, realizamos una ronda de preguntas neutras para calibrar la máquina:
- ¿Te llamas Clara?
- ¿Hoy es martes?
- ¿Estás sentada?
Estas preguntas ayudan a establecer los patrones fisiológicos normales de la persona evaluada.
La sesión: respuestas entre la tensión y la certeza
La prueba se realizó en varias rondas, intercalando las preguntas clave con las de control. Clara mantuvo un patrón estable durante todo el proceso. Su frecuencia cardíaca, presión, sudoración y ritmo respiratorio no mostraron signos de alteración ante ninguna de las preguntas clave.
Curiosamente, sus respuestas más tensas se registraron en una de las preguntas de control: “¿Alguna vez has mentido a tu pareja?”. Algo común y esperado. Sin embargo, en las preguntas que realmente importaban, relacionadas con Lucas, su cuerpo no mentía.
El resultado: la verdad sale a la luz
El análisis final fue concluyente: no hubo indicios de engaño. Clara no había tenido ningún tipo de relación inapropiada con Lucas. La noche que él durmió en su casa fue, efectivamente, inocente.
Cuando le presenté los resultados a Antonio, rompió en llanto. No por tristeza, sino por alivio. Clara, también conmovida, le tomó la mano. Habían venido a buscar certezas, y las encontraron. Pero lo más importante de todo no fue el resultado, sino lo que vino después: el compromiso mutuo de trabajar en la confianza y sanar aquello que la duda había erosionado.
Epílogo
Este caso nos recuerda que, a veces, la verdad no duele… lo que duele es la sospecha. Y cuando se hace bien, el polígrafo puede ser más que una herramienta para detectar mentiras: puede ser una puerta para reconstruir vínculos rotos.